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El legado de Vincenzo Ariete en palabras de su hija

Vincenzo Ariete - Persona

Carmen Ariete es una escritora prodigiosa, domina la belleza de la narrativa y une las palabras de manera cálida y encantadora. Quizás ella no lo sepa, pero la historia relatada por ella sobre su padre Vincenzo Ariete nos ha dejado con el corazón agradecido.

Vincenzo Ariete en palabras de su hija

El origen de Vincenzo Ariete es calabrés, específicamente de Reggio Calabria. Carmen nos comenta que a causa del terremoto de Messina de 1908 la familia se fue trasladando a Roma. “Hace un par de años, Mauro Fortunato tomó la amable iniciativa de gestionar una ulterior búsqueda y recibí certificados de mis bisabuelos, también calabreses, cuyos nombres desconocía. Fue muy emotivo escrutar esos antiguos documentos y descubrir que mi padre fue bautizado como mi bisabuelo, ambos ostentan el mismo nombre, Vincenzo Ariete”.

¿Cuál dirías que fue el legado de tu padre?

“Yo solo puedo aportar recuerdos concretos de su última etapa, como fundador creativo de Tavelli. La impronta de su producción permitió en breve tiempo a ese proyecto posicionarse como una de las mejores pastelerías de Santiago. De su anterior pasado profesional, el mejor registro es la entrevista de El Mercurio dónde se destaca su trayectoria. Supe de sus postres para la Reina Isabel, solo porque estaba muy orgulloso. El epitafio de Presenza, creo que es su mejor retrato a posteridad sobre su legado. Su afán fue siempre mejorar lo que era aparentemente perfecto. Su trabajo era una pasión, una misión. Y su gratitud, que yo denomino la memoria del corazón. Lealtad con sus buenos empleadores, les agradecía por confiar en él”.

¿Qué recuerdos tienes?

“Me acuerdo mucho cuánto se querían con don Livio D’Alessandri, socio mayoritario de Tavelli. Veló por él hasta su final. Lo más notable es que don Livio, luego del fallecimiento de mi padre, nos hizo llegar por creo unos 15 años, hasta que él mismo falleció, una canasta de productos de Tavelli, para cada Navidad. Me cuentan, cuando yo nací, que me miraba y decía: Chi me l’ha fatto fare! Me veía como su última posibilidad de transmitir todo lo que había aprendido. Lo siento como una necesidad imperiosa suya. El conocimiento era para él una fortuna. No podía ser desaprovechado. Por sus vicisitudes familiares y las guerras, no había podido hacerlo con sus dos hijos mayores en Italia”.

¿Qué te motivó a escribir sobre tu padre Vincenzo Ariete?

“Me pasa que recuerdo sus vicisitudes, su capacidad de empezar y empezar de nuevo, ante distintas adversidades y nunca victimizarse. Yo conservo su recuerdo en base a sus frases de nuestros momentos compartidos, fui registrándolas y en el último tiempo, pude usarlas para defender su memoria. Sentí que mi papá también merecía ser recordado y su extraordinaria vida, dada a conocer”.

Si pudieras decirle algo, ¿qué sería?

Que lamento demasiado haber carecido de madurez para valorar en toda su dimensión, el regalo que fuiste papá, para mi vida. Gracias Precioso, porque aprendí de ti, que ser buena persona es fácil, pero hacer lo correcto es un esfuerzo”.

El relato de Carmen sobre Vincenzo Ariete

Junio, mes patrio para los hijos de Italia, donde quiera que se encuentren. Día 3, gris, sellado por una frase de Anita Odone en 1987: “Don Vincenzo era tan patriota que casi parte el día de la República Italiana”. Italiano orgulloso. Emigró solo. Cuando entraba a una tienda acá y sospechaba que podían ser connazionali, no se contenía: “Ma lei è italiano?“. Y se alegraba tanto con sus paisanos. Saciaba su nostalgia con sus rituales visitas a l’Ambasciata. El mejor cliente de la Librería Italiana, donde nos nutríamos de giornali, riviste, y Settimana Enigmistica. Yo conocí a mi padre ya con sus canas, con su aroma dulzón de sus masas. Con su cojera. Que no le impedía afirmarme la bicicleta para pedalear. Con su motoneta Rabbit, conmigo paradita adelante.

Vincenzo Ariete - Papel
Documento Ministerio del Tesoro, pensionado de guerra. Autora: Carmen Ariete.

Mi padre no sabía jugar: “los juguetes no son necesarios“. Nuestras juntas era leer. Trabajó en Concepción en la entonces afamada Pasteleria La Hormiguita. Fue allá que me compró mi primer libro, “Corazón” y pedí muñeca y recibí máquina de escribir. Réplica de su Olivetti, donde escribía misivas a los “onorevoli italiani” para fustigarlos por giustizia. Su entretención era aprender y que su descendencia también aprendiera. Austero, pero no para los libros. Autodidacta incansable, tenía un buen lavoro en la Corte dei Conti en Roma, un privilegio en una Italia empobrecida.

Un pastelero de tres mundos

Quiso aprender pastelería, en las tardes. Y de la mano de ese oficio empezó sus periplos en Noráfrica. “Io ero piccola, y sus relatos eran raros”. De lugares como Eritrea, Addis Abeba o Asmara. La guerra: “non la sentivamo nostra”. De sus tarareos musicales ondeando su mano: Fascetta Nera, Va Pensiero, Marcha Radetzki. La II Guerra Mundial lo llevó al frente como Capitano Maggiore. Caído en trinchera por bala en su pie derecho, regresaría con una atrofia para toda la vida. Mientras era prisionero sufría mientras los médicos cavilaban si debían o no amputar. Siempre habló bien de sus captores ingleses: “eran caballeros, nos traían cigarros”. Fue inválido pensionado de guerra por la Repubblica italiana.

Vincenzo Ariete - Documento
Documento de la Presidenza del Consiglio dei Ministri. Autora: Carmen Ariete.

Con su ajado dizionario inglés-italiano “Hugo”, siempre visionario, me repetía “Impara inglese figlia”. Gustaba mirar mapas y de antes había descubierto Valparaíso. Y se embarcó rumbo a Buenos Aires, armado de su dilecto oficio. Medio aprendió castellano y reaprendió la tradición dulcera chilena. Primero batiendo ollas de leche para hacer manjar, que se le quemaba. Dirigió el Goyescas, Hotel Carrera, Hotel Portillo, entre otros, siendo elegido en 1968 para elaborar postres a las visitas reales de Inglaterra. Siempre tuvo los mejores trabajos e hizo lo que quiso. Menos cuando le ofrecieron un trabajo en Venezuela y lo rechazó por no alejarse de mí.

Un pasticciere venuto da lontano

Se hacía valer. Ligero de genio y justo. “Ma no… lei paga al pasticciere. Non a la persona”. Cuando sus productos se vendían exitosamente, fue tentado de maximizar las ganancias, achicando los pasteles. Se sacaba su gorro blanco y se levantaba: “Ma no! El cliente paga por esta calidad y mi nombre es garantía”. Mi padre volvió a Italia. Con él, conocí la patria y la famiglia en Roma. En los ’70 regresó a Chile. Lo esperaba la naciente Tavelli. “Cercasi pasticciere italiano per un nuovo progetto”.

Vincenzo Ariete - Playa
 Reggio Calabria. Autor: Instagram.com @itreggiocalabria.it

Selló la marca con “cachativa”, decía. Y honorabilidad. Si yo quería una torta, me pasaba el dinero y yo retiraba en caja.
En 1986 lo visitaron de El Mercurio. Fue triste escucharlo: “Me entrevistan ahora que me voy a morir”. Su despedida: un concurrido memorial en la Parroquia Italiana. Su legado: “cada día aprender algo nuevo”. ¡Adios Maestro! Leía una corona de flores de Tavelli. Mi misión, que este pasticciere venuto da lontano al término de la guerra, sea conocido por las nuevas generaciones.

Autora imagen de portada: Carmen Ariete.

El legado de Vincenzo Ariete en palabras de su hija ultima modifica: 2021-11-18T00:02:53-03:00 da Mirtha Aldunce

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Qué emocionante y que lindo es recordar así a los que ya no están con nosotros

Claudio Rivas Polloni

Bella y emotiva nota ❤

Julieta B. Mollo

Molto bello ☺

Matheus Ariete

Hola Carmen, la historia de tu padre es impresionante. Mi abuelo se llamaba Pietro Ariete y también es de Calabria, luchó en la Segunda Guerra Mundial, también fue arrestado por los británicos pero tuvo un destino diferente. El nombre de su madre, mi bisabuela, era Giacomina Carlucci. Lo importante es mantenerlos vivos en nuestra memoria. Abrazos

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