¿Quién de ustedes recuerda aquella época en la que los saludos navideños llegaban por correo? Cuando elegíamos una bonita tarjeta navideña para cada uno de nuestros seres queridos. Había algo muy personal e íntimo en aquella elección. Los invitamos a un viaje a la nostalgia.
El rito de la tarjeta
Hace un tiempo atrás, además de armar el árbol de navidad, elegir los regalos y organizar los preparativos de la cena de Nochebuena, era costumbre pasar por la tienda y comprar tarjetas de navidad. Siempre había muchas para elegir: diferentes diseños, tamaños y formas. Era imposible no tomarlas y observarlas de cerca. Luego las abríamos para ver qué decía el mensaje impreso. Esta era una labor minuciosa y no era fácil realizar dicha selección, ¡porque todas nos gustaban!
Ya en casa, debíamos chequear si contábamos con todo lo necesario: sobre, lápiz, estampilla, lista de nombres y sus direcciones postales. Más tarde poníamos a prueba nuestra imaginación para escribir una bonita dedicatoria. Labor nada fácil si de escribir más de 10 o 20 tarjetas se trataba. Sobre todo, considerando que estaba prohibido equivocarse, no se aceptaban borrones y mucho menos, el uso de corrector. Al terminar, muy importante era agregar nuestra firma y la fecha.
Enviando saludos navideños
Una vez finalizada esta parte de nuestro rito navideño poníamos las tarjetas en un sobre y anotábamos el remitente y el destinatario. Finalmente nos dirigíamos a la oficina de correos y luego de pegar la correspondiente estampilla, enviábamos nuestras tarjetas a nuestros seres queridos. Amigos, compañeros y familiares recibían pocos días antes de Navidad sus respectivas tarjetas.
Muchos esperábamos expectantes la llegada del cartero con esos sobres blancos que sabíamos que contenían tarjetas de Navidad. ¿Y qué hacíamos con ellas? Las poníamos bajo el árbol de Navidad, junto al Pesebre o en la chimenea.
Después de las fiestas
Una vez pasadas las fiestas de fin de año, debíamos desarmar el árbol y el pesebre. Guardábamos todo, incluyendo las tarjetas, las que se acumulaban año a año. ¿Lo recuerdan? Cuidadosamente guardadas junto a las decoraciones navideñas aguardaban un nuevo año para volver a mostrarse en todo su esplendor. Mientras otras nuevas tarjetas esperaban para ser llevadas de una casa a otra a la Navidad siguiente. ¡Qué nostalgia! Y ustedes ¿Conservan aún alguna tarjeta de Navidad?
Me encantaba escribir tarjetas de Navidad y también recibirlas 🙂
Qué lindos recuerdos ♥️
Yo hasta antes de la pandemia lo seguía haciendo…. deberíamos retomarlo, es una muestra de cariño muy potente.