Capitán Pastene es una ciudad chilena conformada por inmigrantes italianos y sus descendientes. Ubicada en la provincia de Malleco, en la región de la Araucanía, esta es la única localidad de Chile que integra tanto a la cultura italiana como a la criolla y la mapuche. Todos los años, la Sagra de Capitán Pastene busca homenajear y recrear la gesta de los italianos que llegaron a territorio chileno a principios del siglo pasado. Allí comienza el recorrido de Pamela, la protagonista de esta nota. Pamela Castagnoli Leonelli, oriunda de Capitán Pastene estuvo durante seis semanas en Emilia-Romagna, una de las mecas de la gastronomía italiana. Allí, ella y un grupo de jóvenes latinoamericanos de origen emiliano transitaron una experiencia única en la tierra de sus ancestros, esta es la historia de Pamela.
Una oportunidad inigualable
Pamela es psicopedagoga y maestra Montessori. A la hora de hablar del programa que le permitió llegar a Emilia-Romagna cuenta que el viaje estuvo financiado por la agrupación Emilia-Romagna Nel Mondo, que agrupa a todos los descendientes de emiliano-romagnolos en el mundo. “Yo en Capitán Pastene pertenezco a la agrupación cultural Giuseppe Verdi y bueno, soy una de las pocas jóvenes que existen dentro de esta agrupación. El límite para postular a estas cosas es de 34 (años) y yo tengo 32. El requisito que había era saber un poco el idioma, que te gustara la cultura y saber un poco de la gastronomía“, comenta Pamela.
Las harinas fundacionales, la historia de Pamela y la gastronomía
“Mi mamá en Capitán Pastene tiene una fábrica de pastas, por lo tanto, yo crecí dentro de una cocina y me encanta la cocina. Mi hobbie siempre fue cocinar. Por eso, la cocina italiana me gusta mucho y sé mucho también de cocina“, asegura Pamela. Fue ese amor por la cocina el que la hizo averiguar más sobre el proyecto de Emilia-Romagna. Sin tiempo que perder se postuló junto con muchos otros jóvenes a nivel mundial. De ese grupo, quedaron clasificados solamente seis, y de los dos chilenos, una es ella. “Vinimos a hacer esta experiencia que es muy gratificante, muy bonita y no me arrepiento“, sentencia Pamela.
Su experiencia en la cocina romagnola
“Ya esta beca no se trataba solamente de insertarnos en la cocina, si no que tenía como finalidad que viéramos cómo se trabajaba, qué se hacía dentro de una cocina“, cuenta Pamela. Ella y sus compañeros, durante las seis semanas que duró el programa estuvieron conociendo cómo funcionaba una cocina tradicional, pero también una industrial. Además, todos recibieron cursos de seguridad, de manipulación de alimentos. Otros cursos que le otorgaron estaban destinados a hacer recetas específicas, a preparar tragos típicos o bebidas de bar. “Cuando terminamos, nos entregaron un diploma donde sale que hemos finalizado el curso, lo hemos aprobado y estamos habilitados para trabajar en cualquier cocina o bar dentro de Italia“, añade.
Unir sus dos pasiones: el trabajo de Pamela en Emilia-Romagna
“El lugar que me asignaron para trabajar era un centro de educación formal para niños con alguna discapacidad. Allí existía un espacio donde había muchos niños con discapacidades mentales o síndrome de down, que se les enseñaba un oficio para que pudieran desenvolverse en su vida. Eso a mí me llamó mucho la atención porque estaba muy ligado a lo que yo trabajo en Chile. Este oficio era la cocina, entonces todos los días nos encontrábamos con niños con distintos tipos de discapacidades a los que había que guiar. Había que tener esta precaución de la seguridad, enseñarles a manipular alimentos o enseñarles ciertas recetas básicas. Entonces yo digo que hice un 2×1, me especialicé en el lado de la educación y también en cocina“, relata Pamela.
La experiencia vivida en el momento preciso
“Fue todo muy gratificante, esta fue la primera vez que estoy en Italia y ha sido maravilloso, el tema de la cultura, de la infraestructura, el idioma. Todos los días es un aprendizaje nuevo. También tuve una grata experiencia con mis compañeros, yo vivía con Chiara (Forni, coordinadora de ItMisiones) y conocerla fue también conocer un poco la cultura argentina y, simultáneamente, mantener y dar a conocer la mía“, recuerda Pamela. “Espero que muchas personas tengan la oportunidad de vivir una experiencia como esta. En el momento que lo vives es muy adecuado, esta experiencia a nuestra edad es justa, tenemos una mirada de la vida particular, estamos en un momento muy particular a esta edad con respecto al futuro y las expectativas. Esta experiencia me ayudó a crecer personalmente, a ver en perspectiva un montón de cosas“, sentencia.
